martes, 3 de junio de 2014

OJO POR OJO

"Si son muy duros para juzgar a otras personas, Dios será igualmente duro con ustedes. Él los tratará como ustedes traten a los demás." Mateo 7:2

Juzgar es: "Deliberar, quien tiene autoridad para ello, acerca de la culpabilidad de alguno, o de la razón que le asiste en un asunto, y sentenciar su condena."
 
Muchas veces nos resulta bien fácil criticar y juzgar a los demás sin ponernos a pensar que con esto ofendemos a Dios, pues Él nos ha mandado a que no juzguemos a nadie. Lo peor es que lo hacemos sin darnos cuenta que muchas veces nosotros estamos actuando peor que a quienes juzgamos.

Una razón básica para no juzgar a los demás es porque somos tan pecadores, tan malos y tan dignos de condenación como ellos. Es como si juzgar a otros fuera dos veces malo. En primer lugar, porque juzgar a otros es tomar atribuciones divinas. En segundo, porque hacemos exactamente lo mismo nosotros. Y esto es literalmente así. 

Hay una ley de la psicología que menciona el Dr. Arthur R. Bietz en una serie de artículos titulada "Abordemos la vida de forma integral." Esa ley dice que solo notamos en los demás las faltas que nosotros mismos tenemos. Los que nos parecen intachables cometen otras faltas, tienen otros vicios y son culpables de otros pecados diferentes de los nuestros. Los que nos parecen odiosos por sus defectos lo son, sencillamente, porque tienen los mismos defectos que nosotros. Si no fuera así, no habríamos notado sus faltas.

El cristiano humilde sabe perfectamente cuan limitados son su juicio, su conocimiento, su capacidad y su visión. Solo puede ver un aspecto mínimo de las razones, motivos, y actos de su hermano. No puede tener todo el conocimiento que se debe tener para pronunciar un juicio justo, porque eso solo Dios puede tenerlo. Por eso, el cristiano es humilde y nunca juzgará a nadie.

"Pero tú, Dios todopoderoso, eres un juez justo; tú conoces todo lo que sentimos y todo lo que pensamos..." Jeremías 11:20

Amados, Jesús no prohíbe la exhortación con amor, la corrección humilde que puede ayudar al pecador a evitar el error, más bien Dios quiere que seamos luz en este mundo. Lo que Jesús reprocha  es el juicio sin misericordia y sin amor. El Señor reprueba el espíritu de censura, el juicio que sentencia y destruye en vez de animar a cambiar. No somo nosotros quienes tenemos la autoridad para condenar a nadie, asi que dejemos eso a Dios y dediquémonos a extender su Reino en amor.




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