jueves, 26 de febrero de 2015

¿COMO DEFINES TU IDENTIDAD COMO PERSONA?


Tú no estás definido por tus sentimientos. Tú no estás definido por las opiniones de los demás o por tus circunstancias. Tú no estás definido por tus éxitos o fracasos. Tú no estás definido por el auto que conduces, el dinero que ganas, o la casa que dices que posees cuando en verdad el dueño es el banco.

Tú estás definido por Dios y sólo Dios. Él te identifica como propio. (2 Corintios 1:22)
La cosa es, si tú no sabes quién eres, entonces eres vulnerable a lo que otras personas dicen que eres. Pero en concreto, lo sólido, la verdad en el evangelio es que tú eres quien Dios dice que eres, y nadie más tiene un voto en el asunto.

Este “problema de identidad” es una parte importante de vivir la vida abundante. Jesús fue capaz de hacer frente a las demandas increíbles de su misión, porque Él sabía exactamente quién era. Él sabía que le importaba a Dios, y eso le dio confianza para seguir el propósito de la fe.
Ahora tú estás identificado con Cristo, y tienes el poder del Espíritu Santo dentro de ti. Eres un hijo precioso de Dios, y Él te ha creado de una manera que a Él le agrada.

¿Con quién debemos identificarnos?

El ser humano ha perdido su identidad, y para sentirse bien imita a otros. Quiere crear en su mente lo que le gustaría ser porque no sabe quién es. Como no conoce cuál es el propósito para el que fue creado, ni cuál es el destino glorioso a que tendría derecho si reconoce a Jesucristo como su Señor y Salvador, vive siguiendo modelos equivocados y busca imitar a personajes ricos y famosos, admirados por el mundo. Esto fue parte de lo que Satanás le ofreció a Jesús, y que este rechazó.
Nuestro modelo debe ser Jesucristo: "Él es la imagen del Dios invisible" (Colosenses 1:15). Sólo llegaremos a estar plenos y satisfechos cuando encontremos nuestra verdadera identidad: la identidad de hijos de Dios, miembros de una nación santa, de un pueblo escogido, herederos de las grandezas de Dios, reyes y sacerdotes, que son más que vencedores en Cristo Jesús.
Esta era la identidad del hombre que Dios creó en el principio: Un ser a la imagen y semejanza de Dios mismo; rey y señor de toda la Tierra, así como Dios lo era en el cielo; y que debía llenarla de seres con igual identidad, que pudieran reflejar la gloria de su Padre y Creador. Esta era la identidad con que fuimos creados, y el destino glorioso que estábamos llamados a cumplir.

¿El Fundamento de nuestra identidad?

Estos son los principios bíblicos que establecen nuestra identidad al ser creados:
1. "Hagamos al hombre a nuestra imagen"
2. "Conforme a nuestra semejanza"
3. "Y señoreen en...toda la Tierra"
4. "Llenad la Tierra y sojuzgadla"

1er. Principio - Según el modelo del creador: "A la imagen de Dios".
La imagen tiene que ver con capacidades como la razón, el pensamiento, la personalidad y el intelecto; la capacidad de relacionarse, de ver, escuchar, hablar y comunicarse.
La capacidad creativa, de hacer proyectos, de utilizar la palabra viva y eficaz para hacer todo lo que era bueno.
2do. Principio - Con un Corazón conforme al de Él: "A la semejanza de Dios".
La semejanza tiene que ver con las cualidades morales como el amor, la misericordia, la justicia, la santidad, la verdad y las demás cosas relacionadas con el espíritu.
Entre los dones que se le dieron estaba la libertad de actuar, de decidir por sí mismo, esto es, el libre albedrío de escoger según su voluntad. Esto también era un atributo del Padre.
3er. Principio - Fuimos creados con un propósito: "Señoreen en toda la Tierra".
Dios creó al hombre para que fuera un agente de Su Reino, para gobernar y someter al resto de la creación. Dios nos hizo socios participantes en Su gobierno.
Señorear significa ejercer absoluta autoridad y control sobre algo. El hombre tenía poder para mandar sobre la naturaleza. Era señor de la creación. Éramos valiosos para Dios.
4to. Principio - Fuimos creados con un destino: "Llenen la Tierra y sojúzgenla".
Dios creó al hombre para que llenara la Tierra con otros seres semejantes a el, que debían reproducirse con la misma identidad que Dios le dió a nuestros primeros padres.
Serían a imagen y semejanza de Dios, señorearían sobre toda la Tierra e impondrían su autoridad sobre la naturaleza.
El hombre se pregunta: ¿Quién soy? ¿Por qué soy como soy? ¿A quién me parezco? ¿De dónde vengo? ¿Hacia dónde voy? Y mediante estas interrogantes, trata de encontrar su identidad perdida. Pero esto sólo podrá tener respuesta en el mismo que nos dió Su identidad en el principio: EL CREADOR... EL PADRE... DIOS.



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