¿CÓMO MEJORAR TU ORATORIA?
El objetivo de la oratoria suele ser persuadir
(a diferencia de la didáctica que
busca enseñar y transmitir conocimientos) y de la poética (intenta
deleitar a través de la estética). La oratoria está ligada a transmitir
nuestros discursos con eficacia.
El gran enemigo del orador es el miedo al público
que paraliza la lengua, seca la boca y la garganta y produce transpiración,
movimientos torpes, traba la voz y nubla la mente. El origen suele estar en la
falta de confianza y seguridad personal o de preparación académica. Así que los
objetivos principales se basan en trabajar la forma (expresión corporal,
modulación, entonación) y el fondo (conocer sobre lo que se habla) para mitigar
los nervios.
Cuando un orador tiene que transmitir un discurso,
su cerebro juega un papel importante en su motivación personal. Una actitud
mental positiva hará que el orador exponga su tema con convicción y superará su
miedo y su timidez. Sin embargo existen varias técnicas que ayudarán a pulir (o
incluso crear) una buena oratoria.
1. La voz. Una buena voz
facilita la labor del orador y debe reunir los requisitos de calidad, alcance,
intensidad, claridad, pureza, resistencia y flexibilidad. Algunos de ellos son
innatos pero otros se pueden adquirir a través de la práctica.
Recomendaciones para cuidar la voz
Para mantener una buena voz, es recomendable no
fumar, no abusar de bebidas alcohólicas, evitar los líquidos muy calientes o
muy fríos, no gritar, realizar ejercicios de inspiración y expiración,
ejercitar el diafragma con una correcta respiración abdominal, ejercitar los
músculos cercanos a la boca, realizar ejercicios de articulación y vocalización
u ejercitar la voz mediante el canto o lecturas a viva voz.
2. La respiración
Para la oratoria, una respiración diafragmática es
la más aconsejada, ya que permite inspirar más aire y utilizar el diafragma al
momento de hablar. Este tipo de respiración permite hablar con claridad y
facilidad, sin peligro de quedar afónico.
3. La articulación
Esfuérzate en practicar la pronunciación clara y
distinta de las palabras. La mala pronunciación de consonantes o vocales, o una
pronunciación a medias, dan como resultado una mala expresión oral.
Te propongo que realices
el siguiente ejercicio al menos 3 veces por semana, el hacerlo a consciencia te
llevará a mejorar tu pronunciación y en consecuencia tus mensajes al hablar en
público serán claros y precisos.
- Toma un texto y
léelo en voz alta.
- Grábate ya sea en
audio o en video, leyendo el texto
- Escúchalo y toma
nota de los puntos en donde percibas que tu pronunciación no es la
correcta.
4.- La impostación de la voz
Impostar la voz significa fijar la voz en las
cuerdas vocales para emitir el sonido sin vacilación ni temblor. Es hablar sin
esfuerzo y con naturalidad. La impostación de la voz suele estar a cargo de
médicos foniatras, profesores de canto y otros especialistas.
5. La velocidad
Se trata de la rapidez del discurso que puede
variar dependiendo de las ideas expresadas. Es recomendable que al dirigirse a
un público numeroso la velocidad sea menor que si nos dirigimos a un público
pequeño; lo mismo aplica al exponer razonamientos difíciles, debe ser lenta,
mientras que las ideas sencillas se pueden transmitir con mayor rapidez.
6.- Las pausas y silencios
Las pausas corresponden a los signos de puntuación
en los discursos leídos y se aprovechan para tomar aire. Al hablar, no deben
ser largas, pueden utilizarse para separar grupos de ideas de un párrafo, para
anticipar frases o ideas que deseamos destacar y para meditar lo que se va a
decir a continuación.
7.- El
uso adecuado de las manos
Tus manos se pueden aprovechar muy bien para
complementar tus palabras y dar mayor fuerza a tu conversación. No las utilices
inútilmente y mucho menos para hacer cualquier cosa que distraiga a la otra
persona. Tampoco las uses violentamente. Pero tampoco hables o escuches con las
manos metidas dentro de los bolsillos porque eso denota indiferencia y mala
educación.
8.- Control
de las expresiones del rostro
¡Sonríe! Intercalar sonrisas cálidas y francas en
la conversación transmite confianza, alegría y buena disposición. Sin embargo,
no exageres. Sonreír demasiado frecuentemente puede convertir el gesto en una
especie de mueca y dar la impresión de que es algo hueco, vacío y fingido.
Apretar exageradamente los labios puede delatar que tienes dudas o desconfianza
acerca de lo que el otro está diciendo o sugerir que no estás expresando
realmente lo que piensas o sientes.
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