jueves, 15 de mayo de 2014

CIERRA LA BOCA

"El sabio sabe callar; el tonto habla y causa problemas". Proverbios 10:14

Si hay alguien que nos puede enseñar algo sobre la importancia de guardar silencio es Jesús. ¿Has pensado en el hecho de que el Señor durante treinta años llevó una vida normal y nunca dijo nada sobre su persona o misión divina en la tierra? 


Sólo María y José conocían el misterio del Hijo de Dios. Es por eso que cuando vuelve de nuevo al pueblo donde había vivido, sus vecinos se extrañan de su sabiduría y de sus milagros, pues sólo habían visto en Él una persona normal.

Proverbios nos aconseja que debamos medir nuestras palabras y aprender a medir y saber decir lo que necesitamos hablar. Abrir mucho la boca, hablando de más, generalmente conduce a la calamidad y problemas posteriores. El sabio nos resalta que hay que aprender a callar. Aprender a callar es una muestra de prudencia y discernimiento.

"Hablar mucho es de tontos; saber callar es de sabios". Proverbios 10:19 
"El que es imprudente critica a su amigo; el que piensa lo que dice sabe cuándo guardar silencio". Proverbios 11:12

El Señor Jesús también actuó con prudencia y discernimiento sin pronunciar palabra en momentos claves de su ministerio acá en la tierra. Por ejemplo, cuando sus enemigos generaron un ambiente de hostilidad hacia él, comprendió que de nada serviría hablar, así que “se quedó callado” (Mateo 26:63). Más tarde, cuando fue acusado ante Pilato, Jesús “no contestó nada”. Antes bien, fue prudente y prefirió que los actos que había realizado en público hablaran por sí mismos (Mateo 27:11-14).

Nosotros también deberíamos aprender a guardar silencio cuando otras personas nos provocan. Si nos apresuramos a responder a la provocación, probablemente digamos algo que no deberíamos. Y luego, puede que comprendamos que nuestras palabras han sido insensatas y solo queda asumir las consecuencias.

Una lengua incontrolada y suelta, puede traer grandes enemistades y desgracias. La Biblia resalta que aunque la lengua es bien pequeñita, conduce nuestra  vida como el timón de grandes naves contra vientos y tempestades (Santiago 3:4).

Cuando callamos, comprendemos que la situación merece meditación, que necesitamos tiempo para pensar, para pedir consejo y así poder dar una respuesta adecuada, guiada por el amor y no por las circunstancias del momento. Tanto para hablar como para callar, se requiere prudencia. Por eso, es importante no dejarnos llevar por el impulso y detenernos a analizar el momento, la situación y la disposición, de las personas que intervienen en el proceso de comunicación, para asegurarnos de que es el momento adecuado para intervenir y de que seremos comprendidos.

"Hasta el tonto pasa por sabio si se calla y mantiene la calma". Proverbios 17:28

Amados hermanos en Cristo, esforcémonos por dominar la lengua con el Señorío de Cristo en nuestras vidas, aprendamos a callar y a meditar en cada palabra que salga de nuestra boca.

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