Relación Pastor e Iglesia Parte III
C.
A finales del año 2000 después de haber visitado
algunas iglesias de la región conocimos a la “Iglesia Bautista Capernaúm”,
ubicada en el municipio San Francisco, una iglesia que aunque tenía muchos años
de fundada y había tenido varios pastores de alto calibre, se encontraba
pasando por un bajón en todo sentido, pero seguía siendo una hermosa
congregación. Desde el primer día al
predicar allí como invitado me agrado el sector, un sector popular de clase
media-baja, donde los miembros eran más una familia que una gran organización,
pero donde las heridas y desavenencias entre los líderes estaban marchitando a
la iglesia, el desánimo y la rutina eran de proporciones épicas.
Adicionalmente, en cuanto a su estabilidad económica estaban casi en la banca
rota y no tenían nada casi nada que ofrecer a la familia pastoral, esa era una
de las razones por las que tenían varios años sin pastor. Pero fue allí donde
sentí el deseo de pastorear y Dios estaba conmigo, las principales razones por
las que acepte el pastorado de esa iglesia fueron:
- La
situación de la iglesia en cuanto a su membresía, estructura organizacional y
lugar eran muy similares a la misión
donde estuvimos trabajando los tres últimos años de estudios en el seminario,
mis consejeros espirituales me habían sugerido no aceptar otras ofertas de
iglesias más establecidas y continuar con mi desarrollo ministerial un paso a
la vez.
- A
pesar de que las situación económica de la iglesia era lamentable, siempre he creído
en que el Jefe es Dios y el siempre paga, sólo era cuestión de tiempo el
descubrir sus medios, adicionalmente la actitud de los miembros de esa iglesia
demostraban una entrega y amor que me hizo saber que no me daban por que no
había, pero cuando Dios trajera los recursos, ellos cuidarían de mí, cosa que hicieron durante los
años que fui su pastor.
- Como
parte del acuerdo ministerial la iglesia me permitía iniciar mis estudios de
licenciatura en la Universidad del Estado Zulia donde había sido aceptado para
estudiar Contaduría Pública. Siempre he creído que un pastor es el
administrador de la iglesia y debe conocer de Biblia, teología, administración
y consejería. Para aquella fecha ya había estudiado Teología, ahora era la
oportunidad de las Ciencias Económicas y Sociales.
¿Por qué salí
de esa iglesia?
Para finales del año 2003, cuando ya la iglesia Capernaúm había vivido
un hermoso resurgir y su crecimiento integral era evidente, algunas cosas no
habían mejorado de la misma manera. Una de las cosas que Satanás utiliza siempre
para mermar el trabajo del pastor es la oposición de aquellos que en un genuino
amor por la iglesia y movidos por el temor a los cambios utilizan formas y
herramientas no genuinas para tratar de detener lo que creen es un pastor
demasiado arriesgado y con ideas “demasiado revolucionarias” para aquellos que están
en su zona de confort. Realmente
caminamos juntos hasta donde nuestras visiones ministeriales se mantuvieron
unidas, mis planes de reestructurar la iglesia, refrescar el liderazgo, ampliar
nuestro radio de acción, invertir económicamente en proyectos, etc. Causaron más
preocupaciones que ánimo. Y si algo
aprendí de mis maestros es que la iglesia le pertenece a Dios y no a mí, que
hay que respetar la naturaleza de una determinada congregación y que si no
conseguíamos el punto de acuerdo, por el bien del Reino de Dios es mejor la
separación. Tengo tanto que agradecer a esa iglesia, aún la amo y llevo en mis
oraciones, ellos se atrevieron a dejarse pastorear por un joven de 23 años, un
novato y me ayudaron a crecer. El último
día del mes de mayo del año 2004 se hizo efectiva mi salida.
NOTA: Quiero resaltar que creo
firmemente que como Dios Todopoderoso es el Jefe de todo ministro, es a Dios a
quién le presentamos nuestras renuncias, y cuando allí se acepta es que procedemos
ir a notificar a la iglesia de la realidad. Lo que quiero decir, es que cuando
ya mi corazón, mi familia, mis sueños y motivaciones no están a la par con la
iglesia donde sirvo, comienzo a pedirle a Dios que en su misericordia abra otra
oportunidad para servirle, y como Él conoce mi corazón y me ama, y la mies es
mucha siempre abra donde ir. Algunas veces no abre las puertas de inmediato y
entiendo que desea que aprenda de la experiencia que vivo; también he visto que
otras veces es el mismo enemigo quien pretende distraerme de la voluntad de
Dios y presenta opciones que son tentativas, pero no son cónsonas con el mover
de Dios hasta la fecha en mi vida; por eso siempre es bueno mantener una vida
de oración, para siempre escoger guiado por el Padre.
D. El
01 de julio del 2004 comencé a trabajar como pastor administrativo liderando la
planificación de los ministerios de la Iglesia Bautista La Fe de Maracaibo, la
iglesia donde mi padre es el pastor y donde yo nací espiritualmente. Para este
momento esta iglesia había iniciado el proceso de adaptar su estructura
organizacional a una nueva filosofía eclesiástica, mi deber era ayudar en ese
proceso. Definitivamente era el más grande reto que había enfrentado
ministerialmente por dos razones: La primera porque era servir en medio de
aquellos quienes me vieron crecer, y esto no es nada sencillo ya que el mismo
Jesús había dicho “...no hay profeta sin
honra sino en su propia tierra…”. La segunda razón era porque ya estaba por
culminar mis estudios de Contaduría y ahora era tiempo de los semestres
finales, los trabajos de grado y la iglesia demandaba de mí un horario mucho
más comprometedor. Pero las razones para aceptar esa invitación eran solidas:
1.
Era la oportunidad de crecer bajo la supervisión
de un pastor de mucha experiencia y que adicionalmente era mi padre, él siempre
quiso que le dedicara unos años para formarme.
2.
Teniendo como familia los planes de buscar nuestra
segunda hija, las condiciones laborales ofrecidas por esta iglesia permitían soñar
con alcanzar nuestro sueño familiar y procurar un poco de estabilidad económica,
cosa que no había sido precisamente la marca de nuestros ministerios
anteriores.
3.
Era la oportunidad de retribuir con trabajo,
entrega, servicio y amor a la iglesia que me vio nacer y me apoyo siempre
durante mis estudios en el seminario.
4.
En esa iglesia eran miembros nuestros
familiares, padres, hermanos, tíos, primos, etc. Después de más de siete años
de no convivir con ellos era una hermosa oportunidad.
Los años de
servicio a Dios en esa iglesia fueron una total bendición en todos los sentidos,
ellos fueron los que impulsaron mi crecimiento con cariño, mentores y mucho amor,
todos mis temores fueron dispersos por el amor mostrado y el respeto recibido.
Durante cada día allí derrame mi alma sirviendo al Padre Celestial y beneficiando
a esta iglesia que es parte de mi alma. Luego de graduarme de la Universidad,
mi situación familiar mejoró aún más, ya adicionalmente a mi trabajo con la
iglesia llevaba a cabo trabajos independientes como contador, sin duda alguna
fueron años de prosperidad en todo sentido.
¿Por qué salí
de esa iglesia?
Decidir
salir de esta iglesia fue algo muy duro, no teníamos ninguna queja de ningún
sentido, estábamos literalmente en la zona de confort y todo parecía que
mejoraría cada día más. Pero había una
realidad, la Iglesia Bautista La Fe tenía ya un pastor, y si yo quería seguir desarrollándome
y crecer más allá de las posibilidades permitidas por mi cargo y
responsabilidad debía volver a buscar el pastorado de una iglesia. Tanto mi
padre como yo siempre hablamos de que debíamos disfrutar el tiempo juntos,
porque nada es eterno y yo tenía muchos sueños de hacer grandes cosas para
Dios. Eso sí, para salir de esa iglesia debía venir el mismo Ángel Miguel y
señalarme un sitio mejor para servir a Dios sin afectar a mi familia y mi
desarrollo ministerial; y saben que así paso. No vi ni a Miguel ni a Gabriel,
pero la mano de Dios abrió una oportunidad de servicio para ser el pastor de la
Iglesia Bautista Emanuel en Caracas, la misma primera iglesia de la que me
enamore cuando inicié mis estudios en el seminario, aquella iglesia que era
demasiado parecida a mi iglesia natal y que adicionalmente tenía algo que amo:
Una visión organizacional gerencial y una planificación ministerial que retaba
mis deseos de aprender y ver que podía hacer Dios con nuestra unión. Así que acepte ir con ellos.
E.
El primero de Julio del año 2008 llegue al lugar
de mis amores, a la iglesia de mis sueños, a lo que sentí que era el propósito
de toda la preparación que me había esforzado por tener, fui instalado como
pastor de la Iglesia Bautista Emanuel de la Castellana, en Caracas. Conocida
como la IBE. Paradójicamente el cambio
de ministerio implicaba una disminución inicial de nuestro nivel de vida
familiar, ya que las exigencias de esta nueva rutina eclesiástica ameritaban
que yo dejara a un lado el ejercicio libre de la contaduría para aplicar toda
mi atención a la nueva iglesia. Pero los
frutos fueron bellos, crecimos de 600 personas hasta 1.400, Dios nos dio una
nueva estructura ministerial y organizativa, construimos un nuevo templo, nos
involucramos en el trabajo social impactando a grandes sectores de la comunidad,
predicamos el evangelios a muchas personas dentro y fuera del templo,
desarrollamos la visión que Dios había dado a los magníficos pastores que me
precedieron respetando la naturaleza de
la iglesia pero impregnándola con mi esencia. Durante esos años serví como
Directivo del Consejo Evangélico de Venezuela, serví como Presidente de la
Convención Bautista de Venezuela, fui profesor voluntario del Seminario teológico
de donde gradué, participe de programas
de radio, televisión, videos musicales cristianos, realice cursos de locución, redacción
y escritura, recibí un diplomado en Ciencias Bíblicas, inicie una maestría en
resolución de conflictos, y muchas cosas más.
No menciono esa lista para hacer alarde de lo que se hizo, lo hago
porque en medio de mi ministerio estaba haciendo todo lo que creí que Dios
esperaba de mi para agradarle, pero como podrán darse cuenta, en mi lista de
tareas no estaba mi familia. Descuide mi
casa, mi amor por la iglesia superó el amor por mi núcleo familiar, mi esposa e
hijas debían subirse al tren de mis éxitos si querían compartir tiempo conmigo.
Eso sólo conllevo al desequilibrio y a la frustración.
El tiempo es
esa iglesia es y será siempre el mayor agrado ministerial que en mi corazón he
tenido, no sólo por los frutos del trabajo, sino porque allí aprendí a trabajar
en equipo, a ser un mejor expositor de la Palabra de Dios, a conocer la misericordia
del Padre; fui tratado por Dios en tantas áreas que aun siento que me paso por
fuego para purificarme al punto que el dolor todavía mi alma lo recuerda. Allí
aprendí que aunque la iglesia es espiritual no todo el que asiste a ella lo es,
las iglesias con abundantes recursos económicos y de gran tradición representan
un interés muy profundo para muchos y la defienden de cualquiera que desea
cambiarla hasta con su propia vida. Nunca antes experimente lo que es ser
odiado como líder por mis opositores, quienes usaron toda clase de arma carnal
para destruirme, pero gracias a la Gracia de Dios al amor de la gran mayoría de
la congregación los días de lamentos fueron pocos en comparación con los de
Gozo. Allí están algunas personas quienes son
y siempre serán parte de mi ministerio y pertenecen a mi corta lista de amigos de verdad.
¿Por qué salí
de esa iglesia?
La respuesta es
sencilla, debía reestablecer mi orden de valores.
Salir de la IBE creó que fue la última gran decisión que impactará mi
vida, digo esto porque no importa que cosa tenga yo que decidir mañana, si fui capaz
de reconocer que debía entregar ese lugar de servicio que tanto amo, no hay
ninguna otra orden de Dios que me duela obedecer. Literalmente debí escoger
entre mi familia o la iglesia, y recuerda amado hermano, para un ministro, si no
hay familia no hay ministerio. Pablo
dice que el que no gobierna bien su casa no es digno del ministerio, pues
por allí me agarro Satanás, jamás pensé que dándole todo de mi tiempo al Señor
traería daño a mi familia. Pero gracias a Dios que Él nos ama y nos permite a
prender y corregir. Y definitivamente puedo decir que en esa iglesia no sólo
crecí como cristiano, como pastor, sino como hombre. A mis 36 años supe que si pretendía darle más
años de servicio a Dios debía hacer ajustes, y presente la renuncia al Jefe
Celestial y Él abrió una posibilidad para mi restauración familiar y próximo
desarrollo. Hoy estoy fuera de mi país,
ordenando las cosas y esperando para iniciar un nuevo ministerio del que aún no
es tiempo de hablar, así mismo próximo a continuar mis estudios teológicos,
para seguir sirviendo en la enseñanza y cumplir mis sueños de escribir.
Continuará...